divendres, 15 d’agost del 2008

Día 7: Sarajevo

Este día nos ha de servir para completar la visión global de la ciudad.
Hemos vuelto a comenzar el día en el Restaurante Nacional del Holiday Inn, con el buffet salvaje.
Pasamos por el puente donde un sniper (francotirador) asesinó las dos primeras víctimas del asedio a Sarajevo, de hecho el puente ahora lleva sus nombres, Suada Dilberovic y Olga Sucic, antes era el puente Vrbanja.



Desde allí caminamos hasta el parque donde se sitúa La fábrica de Cerveza, y tras descansar un rato del sol agobiante, subimos la cuesta de Alifakovac hasta el cementerio musulmán del mismo nombre; me llama la atención un joven rezando con las palmas de las manos hacia arriba y la mirada hacia el suelo, delante de la tumba del que suponemos sería su padre.





Regresamos al centro a tomar un zumo de naranja helado al lado de la catedral católica, nuestro sitio favorito para ver pasar la gente. El calor nos obliga a volver al hotel a descansar un rato y tomar un baño fresquito.

Mientras estamos en nuestra habitación del hotel se levanta una tormenta brutal, parece un tornado, y en medio de la calle vemos a un pobre hombre que parece que esté rezando y que no se dé cuenta del peligro que corre. Al final sale indemne de milagro.


Después de la tormenta volvemos a salir. En Ferhadija Ulica observamos "las rosas rojas", las cicatrices en el suelo de la calle producidas por los obuses lanzados durante el asedio de Sarajevo y que han sido rellenadas con pintura roja, algunas de estas heridas fueron mortales.

Por detrás de Bascarsija se encuentra otra cuesta, casi a la misma altura que la de Alifakovac pero en la otra orilla del Miljacka, en la que se situa otro inmenso cementerio, el de Kovaci, con más de mil tumbas de víctimas de la última guerra. Es impresionante ver tumbas y tumbas hasta donde llega la vista.



Bajamos la cuesta y cruzamos el Miljacka Rijeka (río) para ir a cenar al Inut Kuça, un restaurante de cocina bosnia. Comemos sarma (lo describiría como carne picada enrollada en cebolla, pimiento y espinacas) en un plato muy original que tenía su gracia. Para beber unas Sarajevsko, para variar.



El postre ha sido un crepe de chocolate, que aquí llaman palacinci. Lo hemos comido en un bar que parecía de la época austro-húngara de la ciudad.
Paseamos para bajar la comida y a la altura de la catedral nos encontramos que delante de ella están filmando un programa en directo para la televisión de Sarajevo y nos hemos puesto detrás para ver si salíamos y nos conocían en la ciudad, :).


Cuando la zona se ha comenzado a llenar de gente rara con ganas de su minuto de gloria, como nosotros, hemos entendido que era el momento de largarnos y nos hemos vuelto al hotel. Mañana toca viaje largo.