dissabte, 16 d’agost del 2008

Día 13: Senj - Cassine

¡Vaya noche!, entre la calor que hacía (la habitación no tenía aire acondicionado) y que al estar en un primer piso se oía todos los ruidos de la calle, habremos dormido máximo cinco horas. Además Silvia se ha despertado con unas cuantas picaduras de mosquito recuerdo de la cena anterior, al estar en la terraza los chupasangre la atacaron sin piedad.

De todos modos no nos arrepentimos de la elección. Después de un desayuno normalito (tostadas con café), nos hemos bajado al supermercado que está al lado y hemos comprado agua para el viaje y unas cervezas Lasko y Ozujsko de souvenir para Barcelona.

Es momento de volver a la carretera, hoy hay que llegar a Cassine, unos 700 km.. Decidimos no adentrarnos en la península de Istria e ir más directos hasta Trieste. Primero hemos de llegar por carretera hasta Rijeka, la carretera se hace pesada y lenta, tardamos una hora y media en llegar a la tercera ciudad de Croacia. Desde allí cogemos un trozo de autopista que casi nos llega hasta la frontera de Eslovenia.

Cuando llegamos a la frontera vemos que nos hacen pasar sin parar, entonces yo me detengo y le pregunto a un guardia :

-Vinjetta?

Él está comiendo un bocadillo mientras hace pasar los coches de pie, se me queda mirando, acaba de tragar y me dice:

  • Trieste?

  • Yes

  • Not necessary.

  • OK

Pero a partir del momento que pasamos la frontera sin pagar el impuesto de circulación de Eslovenia, nos asalta la duda, el temor y la mala leche. Yo me juro a mí mismo que antes de volver a pagar multa por no llevar la Vinjetta de los cojones la monto en la frontera y les pienso obligar a llamar a la embajada española. Los 30 km. de carretera escasos entre la frontera de Eslovenia y la de Italia se nos hacen eternos mientras pensamos en lo que puede suceder en la salida de Eslovenia, tal como nos ocurrió a la hora de pasar de Eslovenia a Croacia, cuando nos multaron con 150 € por no tener la vinjetta maldita. Aprovechamos para coger gasolina, que está a 1,16€/litro, mientras que en Italia y Francia está a 1,5€/litro (en Croacia estaba a 9 kunas, es decir 1,25€/litro, más o menos como en España).

Cuando llegamos a la frontera no hay ni Dios, ni en la frontera eslovena ni en la italiana, pasamos de pais como si cambiáramos de pueblo. En fin, nos quedamos con la rabia de pensar que hubiese pasado si en vez de ir a Trieste hubiésemos ido a Ljubljana y de allí a Zagreb, sin que al pasar por la frontera nadie nos diga si debemos pagar el impuesto de circulación o no, tal como nos pasó al entrar por primera vez en Eslovenia. Todo esto parece una estafa oficial para recaudar más dinero a costa de los pringadetes como nosotros.

A partir de la entrada en Italia no dejamos la autopista desde Trieste hasta Alessandria Sur, desde Istria hasta el Piamonte. Llegamos a Cassine y nos sale a recibir el dueño de la casa rural, La Chicca, el trato es el más cálido del viaje, da gusto venir a esta casa. La habitación es limpia, de estilo rústico, muy bonita y agradable.

Nos duchamos (como no) y salimos a dar una vuelta por el pueblo. Entramos en una panadería y compramos unas pastas, una docena rellenas de mermelada de albaricoque, media docena rellenas de chocolate, las cuales nos las comemos en la piazza comunale (la plaza del ayuntamiento). Mientras estamos allí llega Trudy, una perra de la raza labrador negra con una energía increible, nos lo pasamos muy bien la media hora que está ella jugando con sus dueños por allí, incluso nosotros jugamos con ella.

La gente del pueblo es muy amigable, con ganas de hablar con unos spagnoli.

Desde luego, si volvemos a pasar en coche cerca de la zona no dudamos en volver a este pueblo altamente recomendable, Cassine, en la zona sur de Alessandria. Para mí la mejor sensación junto a Sarajevo y Ljubljana.

Contentos nos vamos a cenar al Ta-tum, donde habíamos cenado la primera noche de las vacaciones. Pizza, vino bianco frizzante, tiramisú, crema catalana (muy buena y sin nada que envidiar a la de nuestra tierra), un expresso de verdad y un chupito de grappa. Con tanto alcohol pillamos un ciego tremendo (sobretodo yo).

Prácticamente no podemos ni pasear, supongo que el cansancio acentúa más la sensación de borrachera pues tampoco he bebido tanto.

Nos vamos pronto a la casa rural y nos dormimos viendo un documental sobre la India en la RAI.