dissabte, 16 d’agost del 2008

Día 14: Cassine - Barcelona


¡Dios mío!, ¡Qué resaca!

No soy capaz ni de encontrar las gafas...

¡Silvia las ha encontrado debajo de la cama!, se me debieron caer mientras dormía.

Menos mal que durante el fabuloso desayuno me despejo : doble zumo de naranja, dos croissants rellenos de crema y calentitos, un par de tostadas de mermelada y un capuccino. Nos preguntan si queremos más pero no, todo perfecto.
El dueño de La Chicca (luego nos dimos cuenta que no les preguntamos el nombre a los dueños, y solo sabemos el de la perra, Luna), nos aconseja ir a coger la autopista al sur, en Savona, pues así podremos disfrutar de una carretera preciosa, pasando por pueblos como AquaTerme (con un acueducto romano).
Realmente el camino es precioso, dejándonos perlas como las que mostramos en estas fotos:



El único problema son las curvas, que nos ralentizan un poco el camino, perdemos una media hora por ir por ahí pero desde luego vale la pena terminar las vacaciones de esta manera.

Una vez llegamos a la autopista ya sólo nos queda tirar millas, parar a descansar y coger gasolina de vez en cuando, e ir cantando la música del cassette : Amaral, James Blunt, Maroon 5, Julieta Venegas,...
Llegamos a Barcelona a las 19:30 de la tarde. La casa está en orden. Ahora solo queda rematar la faena de este blog y rotular las fotos antes de que se nos olviden los nombres de los sitios donde hemos estado.

Próxima parada : Thailandia, noviembre 2008

Día 13: Senj - Cassine

¡Vaya noche!, entre la calor que hacía (la habitación no tenía aire acondicionado) y que al estar en un primer piso se oía todos los ruidos de la calle, habremos dormido máximo cinco horas. Además Silvia se ha despertado con unas cuantas picaduras de mosquito recuerdo de la cena anterior, al estar en la terraza los chupasangre la atacaron sin piedad.

De todos modos no nos arrepentimos de la elección. Después de un desayuno normalito (tostadas con café), nos hemos bajado al supermercado que está al lado y hemos comprado agua para el viaje y unas cervezas Lasko y Ozujsko de souvenir para Barcelona.

Es momento de volver a la carretera, hoy hay que llegar a Cassine, unos 700 km.. Decidimos no adentrarnos en la península de Istria e ir más directos hasta Trieste. Primero hemos de llegar por carretera hasta Rijeka, la carretera se hace pesada y lenta, tardamos una hora y media en llegar a la tercera ciudad de Croacia. Desde allí cogemos un trozo de autopista que casi nos llega hasta la frontera de Eslovenia.

Cuando llegamos a la frontera vemos que nos hacen pasar sin parar, entonces yo me detengo y le pregunto a un guardia :

-Vinjetta?

Él está comiendo un bocadillo mientras hace pasar los coches de pie, se me queda mirando, acaba de tragar y me dice:

  • Trieste?

  • Yes

  • Not necessary.

  • OK

Pero a partir del momento que pasamos la frontera sin pagar el impuesto de circulación de Eslovenia, nos asalta la duda, el temor y la mala leche. Yo me juro a mí mismo que antes de volver a pagar multa por no llevar la Vinjetta de los cojones la monto en la frontera y les pienso obligar a llamar a la embajada española. Los 30 km. de carretera escasos entre la frontera de Eslovenia y la de Italia se nos hacen eternos mientras pensamos en lo que puede suceder en la salida de Eslovenia, tal como nos ocurrió a la hora de pasar de Eslovenia a Croacia, cuando nos multaron con 150 € por no tener la vinjetta maldita. Aprovechamos para coger gasolina, que está a 1,16€/litro, mientras que en Italia y Francia está a 1,5€/litro (en Croacia estaba a 9 kunas, es decir 1,25€/litro, más o menos como en España).

Cuando llegamos a la frontera no hay ni Dios, ni en la frontera eslovena ni en la italiana, pasamos de pais como si cambiáramos de pueblo. En fin, nos quedamos con la rabia de pensar que hubiese pasado si en vez de ir a Trieste hubiésemos ido a Ljubljana y de allí a Zagreb, sin que al pasar por la frontera nadie nos diga si debemos pagar el impuesto de circulación o no, tal como nos pasó al entrar por primera vez en Eslovenia. Todo esto parece una estafa oficial para recaudar más dinero a costa de los pringadetes como nosotros.

A partir de la entrada en Italia no dejamos la autopista desde Trieste hasta Alessandria Sur, desde Istria hasta el Piamonte. Llegamos a Cassine y nos sale a recibir el dueño de la casa rural, La Chicca, el trato es el más cálido del viaje, da gusto venir a esta casa. La habitación es limpia, de estilo rústico, muy bonita y agradable.

Nos duchamos (como no) y salimos a dar una vuelta por el pueblo. Entramos en una panadería y compramos unas pastas, una docena rellenas de mermelada de albaricoque, media docena rellenas de chocolate, las cuales nos las comemos en la piazza comunale (la plaza del ayuntamiento). Mientras estamos allí llega Trudy, una perra de la raza labrador negra con una energía increible, nos lo pasamos muy bien la media hora que está ella jugando con sus dueños por allí, incluso nosotros jugamos con ella.

La gente del pueblo es muy amigable, con ganas de hablar con unos spagnoli.

Desde luego, si volvemos a pasar en coche cerca de la zona no dudamos en volver a este pueblo altamente recomendable, Cassine, en la zona sur de Alessandria. Para mí la mejor sensación junto a Sarajevo y Ljubljana.

Contentos nos vamos a cenar al Ta-tum, donde habíamos cenado la primera noche de las vacaciones. Pizza, vino bianco frizzante, tiramisú, crema catalana (muy buena y sin nada que envidiar a la de nuestra tierra), un expresso de verdad y un chupito de grappa. Con tanto alcohol pillamos un ciego tremendo (sobretodo yo).

Prácticamente no podemos ni pasear, supongo que el cansancio acentúa más la sensación de borrachera pues tampoco he bebido tanto.

Nos vamos pronto a la casa rural y nos dormimos viendo un documental sobre la India en la RAI.

Día 12: Makarska - Senj

Hoy es el día que dejamos Makarska después de ser nuestra base de operaciones durante tres días enteros y cuatro noches.

Después de desayunar, desalojar la habitación y pagar la estancia, resulta que nos encontramos con que el coche está bloqueado por un coche alemán a la izquierda y otro croata de Sibenik por detrás. El dueño del hotel se lleva las manos a la cabeza y nos dice : “Problem”. Los de Sibenik se han marchado y vete tú a saber cuándo volverán, con lo difícil que es coger sitio en la playa lo normal es que la gente se quede hasta el anocher allí. Por suerte, el alemán estaba durmiendo y a los diez minutos se despierta y baja a sacar su coche, estamos salvados. Este ha sido otro detalle general que no nos ha gustado de los croatas : poca preocupación por el medio ambiente, poca preocupación por fumar al lado de niños, poca preocupación por las reglas de tráfico...poca preocupación respecto a todo lo que no sean ellos mismos. En fin, es otra forma de ver la vida, y en su casa tendremos que respetarlo.

Por fin nos ponemos en viaje dirección Zadar. Cogemos la misma carretera de la costa dálmata que tanto nos gusta, a la altura de Split entramos en la autopista.

Aparcamos en Zadar en un parking de pago, y lo primero que buscamos es un bar para hacer nuestras cositas y tomar un café, que vamos con mucho sueño acumulado.

De Zadar dicen que sus ruinas romanas serían tan importantes como las de Split de no ser por el daño que hicieron los aliados con sus bombardeos en la segunda guerra mundial. La verdad es que no está mal, pero la calor y además el cansancio acumulado de todo el viaje ya no nos permiten disfrutar de la ciudad como se merece.

Comemos en un restaurante que aconseja el Lonely Planet, Ribara2, pero tampoco es que sea nada especial. El menú pizza con un par de coca colas. Después buscamos una terraza para comer unos helados, que siguen sin poder compararse a los de Split. Una vez nos hemos comido los helados seguimos nuestra visita turística de la ciudad. Es curioso como en algunas partes la muralla se confunde con los pisos, como si en algún momento no se hubiese tenido en cuenta a la hora de construir pisos (seguramente así fue).

Ya es hora de volver al coche que aún no sabemos dónde vamos a dormir. Nos dirigimos a Rijeka y desde allí queremos llegar a la península de Istria, pero no tenemos muy claro qué pueblo escoger. Al final, unos 60 km. Antes de llegar a Rijeka llegamos a un pueblo que nos parece muy bonito, Senj, decidimos buscar alojamiento y encontramos el hotel Garni Art, de 2 estrellas, normalito pero bien situado, con ventana al puerto.


Después de nuestra ducha rutinaria salimos a hacer unas fotos. El pueblo nos gusta, tiene un puerto muy fotogénico.

Y además un castillo desde el cual pensamos que se pueden obtener unas buenas fotos.

Cuando llegamos hasta él, despues de una importante subida, lo que vemos supera nuestras espectativas, presenciamos la mejor puesta de sol de todo el viaje, viendo como el sol se esconde por detrás de la isla de Krk (vaya nombre más complicado).

Contentos del momento vivido volvemos al pueblo con ganas de una buena cena. Como el pueblo no sale en la Lonely Planet (¡bien!) nos dejamos guiar por la cantidad de gente para saber si un restaurante es bueno o no. Escogemos uno con solo una mesa libre, y nada más llegar se forma una cola de espera importante. Escogemos parrillada de pescado para cenar, con merluza, besugo y skuse (es el mismo que nos sirvieron en el barco y que hemos podido comprobar que se trata de caballa), además de calamares, buenísimo, aunque el pescado está repleto de espinas.

De repente nos rodean cuatro gatos que sólo se van cuando los camareros nos retiran los platos, entonces se quedan al lado de otra mesa.

De postre, crêpe, que aquí llaman palacinke (en Sarajevo palacinci). Está buenísimo, con chocolate por dentro y por fuera. Para beber unas cervezas Ozujsko de medio litro.

Damos una vuelta por el puerto para digerir la cena. La noche es preciosa, pero nos tenemos que ir a dormir que mañana toca dormir en Cassine, Italia, como la primera noche. Nos queda mucho camino.

Día 11: Excursión Hvar-Isla de Brac


Hoy el despertador ha vuelto a sonar a horas intempestivas para estar de vacaciones: 6:45 am, aunque nos hemos levantado a las 7:00 am.
Hemos bajado a desayunar y a las 7:45 am ya salíamos en dirección al muelle para enbarcar en el 'Makarski Jadran' que nos llevará de visita a la isla de Hvar y a la de Brac. Al subir al barco Jose me da la razón en que deberíamos haber llegado antes, tal y como nos aconsejó la mujer que nos 'vendió' la excursión, ya que todos los sitios están cogidos. De todos modos enseguida aparece un gentil marinero que nos coloca con una familia de cuatro personas no muy habladores.





No para de llegar gente que tienen que ir colocando como pueden, incluso con sillas de plástico en medio del pasillo. Cada vez que recordamos las palabras de la mujer que nos vendió la excursión diciéndonos que normalmente sólo llenaban la mitad del pasaje nos entra la risa ya que en todo momento estamos pensando que se trata de un rollo para turistas y que seguro que nos engañan por algún lado.
El barco sale puntual a las 8:20 am, tan puntual que incluso hay gente que se queda en tierra!!!

El panorama a bordo no es muy alentador. El 50% del pasaje son turistas italianos en grupo que cumplen con el perfil tópico y típico que todos tenemos de ellos. No paran de cantar al son del repertorio de canciones casposas de la Italia de los años 80 que el DJ del barco ha escogido para este tipo de excursiones.




Nada más zarpar la tripulación nos da la bienvenida con un vasito de café y seguidamente con Grappa por lo que en pocos minutos el nivel de alcohol en sangre de alguno de los italianos ya era superior al de la media. Alguno incluso se ha caído al suelo y no se podía ni levantar del ataque de risa que le ha dado. Jose se bebe los dos cafés y los dos chupitos de Grappa.

Mientras nos tenían entretenidos con la música y la bebida el cocinero, con un cierto aire a Rosendo disfrazado de pirata, ha empezado a preparar las brasas para el 'Fish Picnic' que nos habían prometido.



El caso es que a las 10.00, antes de la primera parada en la isla de Hvar, nos hemos visto con un plato de pescado (skuse = caballa) y autentica ensalada de Croacia en la mesa. A estas horas no apetece mucho pero es la comida que nos habían prometido así que.... a comer se ha dicho!


La verdad es que no sé si eran las brasas o el pescado pero estaba buenísimo.
Hemos acabado de comer en el momento en que hemos atracado en Hvar, concretamente en el pueblo de Jelsa. Aquí tenemos una hora para recorrer parte del pueblo antes de zarpar hacia la Isla de Brac. Lo poco que vemos nos gusta mucho, parece una isla supertranquila y el paisaje es impresionante. Aprovechamos para comprar algo típico de la isla que parece ser que es la lavanda, por lo que compramos unos saquitos para perfumar los armarios.




Volvemos al barco. Esta vez tenemos un camino de una hora hasta la próxima parada donde nos dejarán 4 horas a nuestro aire. Siendo sinceros tenemos que reconocer que la excursión nos está gustando y no es tan mala como pintaba inicialmente. Durante este trayecto hemos podido ver delfines y también la poca concienciación por el medio ambiente de mucha gente que no les importa tirar por la borda colillas y papeles, como si el mar fuera un basurero.

Al llegar a la Isla de Brac, al pueblo de Bol, hay unos taxi boat esperándonos que por 10 kunas nos llevan a la playa, pero decidimos abandonar el 'rebaño' y marchar caminando a nuestro aire. Nos quedamos en una playa más cercana y suponemos que menos masificada que la que han invadido todos nuestros vecinos de barco. Nuestra elección no está nada mal, la playa sigue siendo de piedras en lugar de arena pero el agua es cristalina y con el calor que hace la temperatura es perfecta.



Después de dos horas recogemos la paradita y nos vamos para el pueblo a dar una vuelta y comer algo.




Volvemos al barco y esta vez entablamos conversación con la familia con la que compartimos sitio. Son de Sarajevo y la hija mayor ha estado recientemente en Lloret y en Barcelona. Tiene muchísimas ganas de volver a Barcelona y nos hace unas cuantas preguntas de la ciudad.A las 18.30 hemos llegado a Makarska con un muy buen sabor de boca después de una excursión típica de guiris. Ha valido la pena y nos ha servido para hacernos una idea de lo bonitas que son las islas de la costa Dálmata.


Nos hemos ido al hotel a ducharnos y descansar un rato antes de ir a cenar. Esta vez hemos elegido un restaurante en el que también hacen Cevapcici pero suponemos que se tratará de 'Cevapcici Croata'. Es diferente al que comimos en Sarajevo. En este caso el pan es diferente, es más grueso, como si fuera un bocadillo y está untado con salsa de tomate. Lo único que tienen en común son las salchichas de cordero y la cebolla. En este caso comerlo tal y como nos enseñó Batto en Sarajevo, cogiendo trocitos de pan y las salchichas con las manos, era imposible.

No estaba mal pero tanto Jose como yo coincidimos en que nos quedamos con el Cevapcici que comimos en Zeljo en Sarajevo.

Después de cenar nos vamos a dar nuestro paseo de rigor por el paseo marítimo y a tomar nuestros combinados también de rigor: un mojito (nada que ver con los mojitos a los que estoy acostumbrada aquí en Barcelona), y una piña colada (que sí que está en su punto).

Volvemos al hotel a descansar porque mañana nos espera un largo viaje hasta.... bueno, no lo sabemos, solo sabemos que pasaremos por Zadar pero no sabemos dónde pararemos para dormir.

Día 10: Dubrovnik

El reloj nos suena a las 6:30 a.m., nos levantamos a las 6:45, ¡ésto es relajarse en vacaciones!. Desayunamos y nos vamos dirección Dubrovnik, unos 160 km. al sur y dos fronteras por el medio: bosnia y de nuevo croacia. Otro día más disfrutamos de la carretera de la costa dálmata. Sólo en un momento la carretera deja el mar para pasar al lado de unos lagos que hay entre Bacina y Ploce, cerca del delta del río Neretva. Cruzamos las dos fronteras comentadas sin problemas, sin colas ni nervios, últimamente le estábamos cogiendo miedo a las aduanas.
Llegamos a Dubrovnik...y nos vamos, es imposible aparcar en el centro, y eso que prácticamente todo el aparcamiento es de pago. Volvemos a la carretera principal y desde allí hacemos unas fotos panorámicas de la ciudad amurallada.




Volvemos a intentar entrar en la ciudad, pero esta vez nos dirigimos dirección al puerto, tenemos suerte y no tardamos en aparcar, aunque la facilidad con la que lo hemos conseguido nos hace pensar que algo falla y que cuando volvamos se nos habrá llevado el coche la grúa.
Tardamos unos quince minutos en llegar andando a las puertas de las murallas. Hay un auténtico hormiguero de gente, superior incluso al de Mostar y al de Split, que pasean con prisas, de forma estresante, de aquí para allá. Esto hace que una ciudad tan bonita pierda mucho de su encanto. Ni siquiera nos atrevemos a subir a las murallas, aunque esta vez la causa es la calor insoportable que hace al sol.


Después de unas vueltas por la ciudad buscamos un sitio para comer, aunque en verdad es una capta-clientes que habla español la que nos encuentra a nosotros, decidimos comer en su restaurante. En realidad, la terraza está ocupada casi en su totalidad por clientes españoles, que vuelven a proliferar mucho por la zona. Comemos Ensalada de frutti di mare y dos platos de pescado "Dubrovnik" (parrillada de pescado), con dos postres que son una especie de flan, y un café. Todo nos sale por unos 70 €. Después de comer damos una vuelta más tranquila, si se puede entre tanta gente, buscando los sitios que nos indica la guía: iglesias católicas, iglesia ortodoxa, sinagoga, ...





Y para terminar de bajar la comida subimos a buscar el coche. De camino entre el puerto y la carretera a Split vemos atracado el trasatlántico Queen Victoria, es impresionante.
Por el camino volvemos a cruzar las dos fronteras sin problemas, y paramos a fotografiar los lagos cercanos a Ploce y también el pintoresco pueblo de Igrane, ya cerca de Makarska.



Llegamos a Makarska, nos duchamos y cenamos en una pizzeria del puerto, 14 € por dos pizzas, una coca cola y una jarra de medio litro de cerveza. Luego vamos a pasear entre el gentío dirección la playa, y allí nos comemos unos helados sentados en la "arena" de piedras.
Para mañana hemos reservado una excursión turística a las islas de Hvar y Brac, a ver que nos depara. No confiamos mucho en este tipo de excursiones pero el precio de 27 € por persona con comida incluida nos ha parecido bueno. Ya os comentaremos qué tal va todo.